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Cómo dice el título, este inicio de historia busca nombre. Verán, con el correr de capítulos, que irá cambiando casi dramáticamente. No os preocupéis por ello, camaradas viajeros, pues es parte de la idea.
Acepto que todos me den un nombre, o varios, y yo le elegiré el que crea adecuado. Ojalá (agnosticando la palabra) la pequeña historia encuentre su nombre pronto, al igual que el escritor: un público.
dejo entonces con ustédes el inicio, la parte 1. Bon Apetit.
1
Después de haber sido partícipe de los hechos que a continuación voy a
relatar, no me quedará otra opción que borrar mi existencia de esta tranquila
localidad de la provincia de Mendoza, en argentina. Los hechos que voy relatar
son simples crónicas de momentos oscuros en mi vida, ninguno de ellos es una
mentira, por más descabellados que parezcan, y crea, quien lea esto, que los
policías de mi zona no creyeron este relato, por considerarlo estúpido y digno
de sumirme en el manicomio del pueblo de Hadas, cercano a la capital de la
provincia, del cual soy oriundo.Sucedió que mi finca está a mitad de camino entre Hadas y la capital,
pero 4 leguas en perpendicular al camino. Allí puedo producir vid bastante
abundante para vender inmediatamente para el consumo y reservar lo mejor para
vender a la industria vitivinícola, siendo mi estancia enorme y además
productora de gran calidad, muchas bodegas mendocinas compran mi vid. La noche
del 31 de enero, después de una cena de negocios con los dueños de una bodega,
donde firme un trato muy importante por varias camionadas de uvas verdes y
negras, la noche era encantadora, mis ánimos grandes gracias al reciente trato,
y la brisa ligeramente cálida me dieron por salir de la casa y caminar por la
estancia. Muchísimas hectáreas me separan de los confines de mi tierra. Los
peones estaban durmiendo, y los animales que tenemos para consumo interno en
los establos y corrales. Las estrellas estaban brillando a más no poder, mis
zapatos lustrados se llenaban de polvo mientras divagaba en mi futuro.Sólo unos grillos interrumpían el silencio y la soledad que sufría, que,
convertida en un sortilegio, me hacia estar tan alerta como aletargado.Mis pasos crujían sobre la tierra seca, viendo una montaña no muy alta,
mejor dicho una colina, la cual parecía llamarme. Esta emanaba una luz roja
mortecina sobre la estancia desde un sitio en la cumbre, pero era un punto tan
pequeño que costaba verlo a menos que se lo buscara. Mis pasos se tornaron
hacia la colina. Esta no fue utilizada por mí ya que quedaba fuera de mis
tierras, y los dueños nunca la arreglaron para que diera frutos. Como por la
colina había animales salvajes que guardaban sus nidos y madrigueras allí, los
peones abrieron una brecha en el alambrado para cazar por diversión y a nadie
le importó arreglarla.Muy cerca del alambrado, avisté una figura encorvada y flaca cerca de la
brecha, parecía estar agachada sobre algo, o sobre sí misma. Entonces el pánico
me invadió y, en vez de correr como hubiera preferido, quede como petrificado
ahí. Cuando mis pies al fin reaccionaron empezaron a moverse lento evitando
hacer ruido, más la tierra seca y resquebrajada producía un siseo ofidio. La
figura se volteó, pero la luz de la luna daba sobre mi cara y no sobre eso, por
lo que no pude verla. Eso respiraba ruidosamente, como si su laringe estuviese
contraída, como si le costara.Cuando empezó a moverse toscamente, haciéndome recordar a un orangután,
la única reacción fue un grito despavorido. Increíblemente eso tomo por un
segundo la agilidad de un gato y en dos zancadas atravesó lo que parecían 5 metros, me tapó la boca
con una mano putrefacta y manchada que me dio nauseas por su olor, y me
inmovilizó con la otra. Eso era una cosa humanoide, pero toda su humanidad se
había perdido en los abismos intemporales. Más allá de la imaginación quedaba
para mí qué habría sido la cosa antiguamente. Por el miedo y las nauseas no atiné a luchar. No hubiera podido de igual
manera porque eso tenía una fuerza descabellada. Su aliento olía a carne descompuesta
y azufre, cuando me dijo, al fin -no te acerques. Esta es mi zona de caza. No
toques mi colina o te buscarán, te encontrarán- mis ojos desorbitados buscaban
su cara, saber a que me enfrentaba –ellos están adentro, ellos tienen su prole
allí y no quieren intrusos. Les gusta la carne, fresca como la tuya- apretó su
mano sobre mis mejillas –sus cavernas no encuentres, no los desafíes. No
volveré a salvarte de nada, chico. He vivido lo suficiente para saber como
sobrevivir… no te dejaré pasar. Cuando te suelte, da la vuelta y no vuelvas si
no es imperioso.- y me miró a los ojos. Era un viejo, pero su piel estaba llena
de hongos, con colores pálidos y verde azulados, que daban idea de
insalubridad. En apariencia, la lepra y la sarna le habían consumido todo el
cuerpo, aunque su vitalidad parecía no menguar. Me soltó, y como indicó yo
corrí, corrí hasta que los músculos tenían azufre ardiendo y mis venas ácido de
batería. Luego corrí hasta la estancia. Me di vuelta mientras empezaba a
correr, y lo veía alejarse con movimientos rápidos y vigorosos, y luego no lo
vi más.Cuando entré a mi cama, temblando y empapado en sudor frío, no desperté
a nadie, por suerte. Hasta el día siguiente no pude dormir. Pensé que el
trabajo podría evitar que pensara, pero seguí obcecado por la experiencia y en
fin sólo obtuve un corte que me atravesó la mano de lado a lado, en forma de
media luna, al no prestarle atención mientras hacia la siega.Les dí 100 pesos a un par de peones para que me estudiaran la colina.
Uno de ellos era muy culto, mas le gustaba el trabajo manual por lo cual
trabajaba para mi no por necesidad, sino por amor al trabajo. A él le encargué
me hiciera un pequeño mapa.Al día siguiente mis nervios estallaban, el mapa que Juan hizo para mi
era perfecto. Incluso marcaba 2 grutas, la primera tapiada con piedras enormes
de un derrumbe, que parecían haber destruido la que hubiera atrás de eso. La
otra estaba en buen estado, apropiadamente apuntalado por alguien (yo
sospechaba que por “ellos” como los había llamado el anciano) pero no lo
investigaron porque de él partía un hedor nauseabundo insoportable como de
carne pútrida… y azufre… en las paredes parecía haber azufre manando, como
sudor. Y arcilla, de buena consistencia. Mandé a otros dos peones a que
estudiaran la caverna por dentro, esta vez sin mapa, por 300 pesos. No
volvieron. Los demás peones pensaron que eran unos desagradecidos y habían
escapado con el dinero, pero habían dejado todo lo suyo. En fin, los buscaron
por semanas, y no los encontraron. Sólo yo sospechaba la verdad. “Ellos” o lo
que fuesen, habían segado las vidas de ambos. yo creí que eso era mi culpa Y
volví por respuestas.Por la noche, con un machete y un revólver cargado, fui en busca del
anciano. No lo encontré en el mismo lugar que hacía dos noches, sino que estaba
del otro lado de la colina, dándome la espalda. Hice de tripas corazón y le
grité, no sin nerviosismo –vengo por respuestas, no soy tu enemigo- luego vi
que esa frase que solté era muy parecida a la que se podría encontrar en una
película épica. A pesar de aquello, el viejo se dio vuelta, se sentó tranquilo,
y me hizo señas de que me sentara frente a el. En silencio hice lo que
solicito. –¿querés saber, joven?--si- respondí–¿entonces decime, que esperás saber de mi? Supe que volverías, se te
notaba--¿que o quienes son ellos?--son… ellos se llaman a sí mismos azjolianos, en honor a su ex rey, y
héroe, Azjol Berud. Ellos son grandes como un hombre, y robustos, fuertes. Sus
ojos son rojos como la sangre. Sus pies son como los de los gatos, pero sus
rodillas se doblan hacia atrás, y andan en dos patas. Sus brazos son como los
tuyos, hombre, pero les falta el meñique y sus dedos terminan en pezuñas
afiladas como una cuchilla, garras de hueso. El cuerpo es de un hombre con alas
como de piel, como las de un murciélago, con espolones poderosos, parecidos a
sus garras, mas tienen un cuello muy largo, con una cabeza pequeña, pero que no
te engañen, son extremadamente inteligentes. Su nariz está retraída como la de
un cerdo, y sus dientes son puntiagudos y cortantes, como los de un tiburón, y
respiran el hedor del azufre como si fuese incienso, eso comen como golosina,
pero son carnívoros. Su piel es negra, y tienen una cola con aletas a los
costados, pues antes fueron de las profundidades, nadadores rápidos, cazadores
de la oscuridad, eso también explica que ahora vivan bajo tierra, siempre en
las profundidades, lejos de la luz. Creo que en su urbe hay un gran lago, pues
nunca quisieron desacostumbrarse a los mares, y que hay una variedad que se
desarrolla aún bajo las olas del lago. Claro que, tienen agallas, pero no se
donde, porque en su cuello no están. Creo que están es sus patas. Fuera de su
cola y sus costumbres acuáticas, son muy parecidos a lo que llamarías una
gárgola.--¿qué comen allí en las profundidades?--topos, bichos, animales con madrigueras, y todos los que se aventuran a
sus galerías, crían peces, también. Raíces, tubérculos, de vez en cuando, una o
dos veces al mes organizan grandes expediciones nocturnas a la superficie,
cazan lo que encuentran, pero no les gusta lidiar con humanos, así que se
alejan de sus poblados a menos que los ataquen o estén al borde del colapso.
Hace mucho no pasa. Además, como son una raza antigua de legado oscuro, por
cuestiones de su torcida fe, son caníbales.--¿tienen dioses o diosas?--adoran a Berud, como a un semidios, porque les permitió salir de las
profundidades, y casi acabar con todas las formas de vida que no necesitaban
para su subsistencia.-entonces, ¿Cómo es posible que lo hayamos olvidado, que no las
conozcamos?--joven, los humanos, son una raza nueva, y a pesar que los primeros
comenzaron a luchar con los azjolianos, sabrás que ese fue un tiempo hoy
olvidado. Nada saben, porque los cuerpos son canibalizados, ni restos dejan a su
paso. Y como ya dije, si los conocen, como gárgolas, pero sus leyendas fueron
olvidadas hace mucho.-¿cómo es posible que sepas tanto? Y, sin ofender, ¿vos que sos?--jajajajaja…- su risa me inquietó mucho –yo una vez fui de los primeros
de tu raza, pero yo, fui consagrado por mi pueblo. Yo debía ser el guardián.
Evitar que ningún idiota tratara de molestar a los azjolianos y que ellos no
molestaran a ningún idiota. Así los poderes más oscuros de dioses pasados, que
ya casi no se adoran entre los hombres, me concedieron la inmortalidad.
Inmortalidad que no invulnerabilidad. Las enfermedades, los dolores, los daños
me alcanzan pero no pueden matarme. Y bien me vendría por cuantos me aquejan.
Hay más como yo para muchas otras criaturas que vos no conocés, ni imaginas en
tus sueños más oscuros y apocalípticos.- a estas alturas hizo una inquietante
pausa donde me escudriñó –no sos tan distinto a mi cuando joven… sobre la otra
pregunta… yo tuve tratos con azjol berud, evité que nos destruyeran. A los
humanos, quiero decir. Y así con sus descendientes. No atacan humanos excepto
en tiempos de mucha necesidad o de ataques. Y sólo con mi permiso. Así es como
he estado incluso allí abajo.- señaló el suelo de la colina-entiendo…--entonces ahora es mi momento.- sus ojos le brillaron – ¿que harás con
el saber que te acabo de dar? ¿Acaso los cazarás, niño?-se llevaron a dos personas que entraron acá, a la gruta abierta, lo
sabes, ¿no?-si. Ellos les tiraron presas del pánico. Un azjoliano recibió un
balazo. Los otros los despellejaron y lo llevaron adentro para comerlos. No
puedo objetarles nada.--¡vos guardas a la humanidad, no podés dejar que maten a humanos tan
fácilmente!--imbécil, si los defiendo, será una guerra campal entre la humanidad y
los azjolianos, son 2 para salvar millones. Soy como un embajador, lo que yo
haga es lo que ellos toman como la respuesta de los humanos.-Sólo pude mirarlo con reproche, pero no le dije nada, tenía razón. Y yo
tampoco era un héroe antiguo, nada podía hacer, nada. Quedé ahí sentado
pensando mucho rato. Vi los primeros albores. Le hice una reverencia a modo de
broma, que el viejo tomo como tal, y la respondió inclinando la cabeza con una
sonrisa torcida que dejó caer parte del pellejo podrido. Recordé algo, y le
pregunté: -¿tenés nombre, anciano?--Rok’ Kab me llamaron mis padres, aunque si encuentras un nombre
apropiado lo acogeré, como todos los demás--Rok’ Kab serás, entonces. Hasta la próxima luna nueva.--te estaré esperando, niño.-Llegué a la estancia cuando el sol se había levantado íntegro ya.
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